Gracias a las maravillas de las nuevas tecnologías, ayer salieron a la venta las entradas para los conciertos de John Fogerty en España, y mañana las tendré en casa. Así que ya tengo un buen plan para este verano. Montaré en la «jargoneta» a la familia y nos iremos al festival de jazz de San Javier (Murcia), si la gripe porcina no lo impide.
Ser aficionado a la buena música en Cantabria implica ser aficionado a los viajes, porque la oferta de buenos conciertos no es que sea escasa, sino que es lamentablemente inexistente ( ha habido notables excepciones, pero no estoy por la labor de esperar otro Año Santo para ver algo digno de mención). Tengo que decir que en este aspecto nuestros vecinos vascos nos dan sopas con honda, pero bueno, si aquí no llega ni el AVE, menos van a venir los Rolling Stones.
Si nada lo impide, cumpliré un sueño que tenía descartado, porque este ilustre músico californiano, que cuando toque por primera vez en España tendrá 64 años, nunca se había dejado caer por lugares más o menos accesibles.
Algunos de los que estáis leyendo esto os preguntaréis quién es el tal Fogerty. Espero que si os digo que fue el alma mater de los Creedence Clearwater Revival, una de las bandas de rock más importantes de la historia, lancéis un sonoro «¡Ah, ya !». Si no es así, lo siento mucho por vosotros.
En todo caso, incluso aquellos que no sabéis de quién estoy escribiendo, seguro que habéis movido las «patucas» en más de una ocasión con algunos de sus éxitos, porque la música de «Los cridens» (que es como se conocen en los ambientes ejpañoles) es universal, y no recuerdo ninguna gran película ambientada en el Vietnam que no haya utilizado parte de su sonido en la banda sonora, desde Apocalypse Now hasta Forrest Gump.
La carrera de los Creedence fue tan corta como intensa, pues publicaron sólo siete Lp’s entre 1968 y 1972, pero su fama fue y es universal, y en EEUU son una auténtica institución. Tras la separación, la carrera individual de los miembros no tuvo la misma repercusión, aunque Fogerty ha seguido sacando trabajos, de forma más o menos irregular, y de enorme calidad.
Su música, es básicamente rock’n roll, pero con una enorme influencia del swamp blues (música tradicional de la zona de Baton Rouge en Louisiana), y del country. Música sencilla (aparentemente), pero rebosante de talento y ejecutada con una precisión y un sentimiento que ya quisieran muchos de los que se consideran virtuosos.
En un momento en que la peña estaba prácticamente colgada de tripis y escuchando a bandas como Grateful Dead (psicodelia pura, que, como ocurre con las modas, ha envejecido fatal), los Creedence eran considerados por los ignorantes como una especie de paletos horteras, con sus melodías simples, sus arreglos musicales desnudos de efectos y sus camisas de leñador.
Pero en el arte no hay mejor criba que la del tiempo, y la música de los Creedence, sincera y directa, llena de referencias tradicionales, se conserva fresca como si se hubiera grabado ayer, mientras que la de muchos de sus coetáneos (especialmente progresivos y psicodélicos) huele a formol que tira para atrás. Eso sin contar que mientras los «modelnos psicodélicos» andaban cantando sus paseos por nubes de mermelada, Fogerty lanzaba duras diatribas contra la guerra de Vietnam y las responsabilidades de los políticos de su país en la muerte de tantos jóvenes de las clases menos favorecidas.
Los Creedence forman parte esencial de la banda sonora de mi vida. Desde que tuve su primer disco -regalo de mi doceavo cumpleaños- comprado por quien era entoces el marido de mi hermana Ana, Xesús Vázquez, (gracias sinceras, Chuchi, no lo olvido), en el Drugstore de Santander-, me han acompañado siempre, y hoy es el día que, con mi hijo o con mi grupo, todavía disfruto haciendo caseras versiones de sus enormes temas: Born on the Bayou, Green River, Fortunate Son…y tantos otros.
Así que si nada lo impide (cruzo los dedos), este verano podré escuchar en directo la voz increible, áspera como la lija, y la extraordinaria guitarra de uno de esos talentos que nacen muy de tarde en tarde. Sólo de pensarlo me entra una agradable y excitante sensación de ansiedad.
Ahí os van dos buenos ejemplos. La versión original de Fortunate Son, y una versión reciente (de un concierto de Fogerty de hace escasos años) de la enorme Born on the bayou. Si no os gusta debéis hacéroslo mirar, aunque mal arreglo tiene.